Del 21 de septiembre al 5 de noviembre
Curaduría: Iñaki Chávarri
¿Qué haces cuando tu mundo empieza a desmoronarse?
Anna Lowenhaupt Tsing¹
Constantemente nos bombardean noticias que anuncian nuestra llegada a un punto de no retorno como especie y que, si no cambiamos radicalmente la manera en que vivimos, tendremos los días contados. La forma en que nos relacionamos con el entorno no es sostenible y desde distintas disciplinas se vienen buscando soluciones que permitan revertir los efectos generados en los últimos siglos. Si esto no ocurre, fracasaremos como especie.
No son pocas las posturas ecológicas en el mundo del arte contemporáneo que incluyen palabras como origen y equilibrio para hacer referencia a un pasado que gozaba de un estado supuestamente idílico. Sin embargo, ambos términos parecen más proyecciones de nuestros deseos que realidades específicas de la historia que conocemos. Lo mismo pasa cuando intentamos encontrar respuestas a problemas ambientales en conceptos como el de pureza, que resulta ser sinónimo de palabras como inocencia, virginidad, pulcritud o castidad, todas ellas conectadas, al menos en Occidente, con el espejo de la moral.
Sin embargo, si nos adentramos en definiciones más cercanas a la biología, vemos que la vida es el resultado de un incontable número de mezclas, interacciones y mutaciones, es decir de un proceso permanente de contaminación. Por ello, volver al origen o buscar la pureza no pareciera ser el vehículo adecuado para entender la situación ecológica actual.
Si no son entonces estos conceptos los que pueden darnos respuestas asertivas sobre el tema y, por el contrario, es la contaminación como proceso y no como factor lo que ha determinado nuestra existencia en el planeta, ¿podemos construir nuevos espacios de pensamiento desde el estado contaminado de las cosas? ¿Deberíamos aproximarnos a ella como un camino que nos permita entender y encontrar mejores respuestas hacia futuros posibles?
Las prácticas de los artistas que participan en esta muestra negocian con la idea de contaminación desde diversos lugares y crean en el espacio un entramado de afectos cruzados que nos permite acercarnos a la complejidad del problema ambiental sin caer en el lugar común de la nostalgia.
HIPERMAR²
En esta exposición aparecen el agua y la leche de muchas maneras, pero no se muestran como estamos acostumbrados a verlas. El filósofo Michael Marder escribe en su libro Dump Philosophy que para pensar la tierra hoy debemos redefinir sus elementos básicos, por ejemplo:
«La imagen del agua que se forma automáticamente en la mente de una persona que escucha la palabra, rara vez incluye desechos plásticos, cadmio, mercurio, plomo, bacterias coliformes e hidrocarburos de petróleo. Cuando pensamos en el aire, no solemos asociarlo con el dióxido de azufre, los óxidos de nitrógeno y el material particulado de los incendios forestales o las factorías a carbón». ³
La artista escocesa Kari Roberson nos acerca con su obra Recuerdos materiales / legados líquidos a los conflictos categóricos, resultado de entender nuestra especie como algo distinto al resto de formas de vida. Su propuesta para la exposición es un circuito cerrado de agua de lluvia, donde el líquido va deshaciendo una serie de objetos de yeso al traspasarlos. Estas estructuras atravesadas por el agua permiten pensarnos como arquitecturas acuáticas, sin forma individual y con problemas compartidos en relaciones complejas de contaminación cruzada. Otra capa que le da forma a esta pieza es el dilema de la lactancia pues, a través de la leche, la madre le proporciona al bebé tanto los nutrientes necesarios para su supervivencia como los elementos contaminantes del entorno y la historia farmacológica de la adulta.
Tres videos de Mariana Murcia comparten el patio con la obra de Kari. Una serie de analogías interespecie que nos ayuda a pensar el mundo desde anatomías diferentes a la nuestra. A partir de la práctica de la inmersión en aguas heladas que empezó en Islandia, Mariana explora desde su propia corporalidad y los límites de esta nuestra manera de habitar el mundo. Se acerca a un tipo de cangrejo que vive en esas aguas y, desde sus cualidades de flotación y exoesqueleto, propone un ejercicio de empatía radical que rebosa las nociones de lo que entendemos por comunidad.
RUINAS LÍQUIDAS
Contamos con los párpados para bloquear la vista; sin embargo, el sonido nos es más complicado evitarlo, en ocasiones podemos sentir cómo las ondas golpean nuestro cuerpo. Juan Pablo Pacheco Bejarano, por medio de una instalación sonora, nos desvela ciertas realidades submarinas para desmitificar la supuesta inmaterialidad de las telecomunicaciones. Cerca del 95 % de la información que se mueve en el planeta es a través de cables transoceánicos. Desde 1858 se han venido instalando cables en el fondo marino por lo que la pregunta de Pacheco se hace relevante: ¿cómo la ruina tecnológica se convierte en parte del ecosistema del lecho oceánico? Esta pieza sonora en dos canales (un paisaje sonoro en la sala y una conferencia performática en los auriculares) nos señala cómo nuestras acciones se entrelazan con las de otras muchas especies y cómo nuestro existir es un continuo construir desde las ruinas colectivas.
José Sanín, por su parte, se acerca a lo devastado como elemento fundacional de la vida en su obra Estos tiempos que aprietan. Reúne desechos en polvo como cenizas o piel muerta y, utilizando caseína⁴ como aglutinante, los une para construir una pared. Este separador de estancias alude al gran mármol del pabellón alemán en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, diseñado por Mies Van Der Rohe y Lilly Reich. En una descarada sustitución del mármol italiano por los desechos pulverizados, Sanín desvirtúa la elegancia propia de los principios de la modernidad desde la austeridad constructiva de su práctica y la precariedad propia de nuestros tiempos. También, el cruce entre desechos y la proteína de la leche muestra esa tensión permanente entre lo vivo y lo inerte.
ESFINGE - ESFÍNTER
Dentro de la exposición hay otra exposición titulada Esfinge - esfínter y está conformada por piezas de Juan Guillermo Tamayo, Jimena Kato y el colectivo Mazenett Quiroga. Se sitúa en una pequeña habitación que funciona como apéndice del espacio principal: un lugar a oscuras sólo iluminado por luz ultravioleta. Sobre la entrada está escrito el juego de palabras «Esfinge – esfínter» de la misma manera que sobre el templo de Apolo se leía la frase «Conócete a ti mismo». Ambas palabras comparten la misma raíz griega sphinx⁵ que significa contraer: la primera remite a la criatura mítica protectora de la pirámide y la otra, al último músculo en forma de anillo que oculta el misterio del deseo sin importar el género.
La obra de Juan Guillermo Tamayo El espíritu del tigre y el soldado rinde un ligero homenaje a la película Tropical Malady⁶ (ambas están resueltas con gran austeridad y precisión). La instalación muestra un disfraz de tigre colgado sobre una rama, pareciera que el animal ha llegado exhausto a su casa después de una larga jornada laboral y ha soltado con desgana su uniforme en el perchero. Esta pieza, instalada en la entrada del apéndice, funciona como bisagra entre dos mundos y advierte sobre un umbral que estamos a punto de cruzar. Insinúa una mudanza de piel, un cambio de forma, aunque no accedemos a las causas del acontecimiento.
El colectivo Mazenett Quiroga nos propone una pintura titulada Night vision donde representa un fragmento de selva amazónica pintada con pigmentos fotoluminiscentes sobre tela de camuflaje. Ambas encarnaciones de lo vegetal —la primera, propia de algunas especies animales y apropiada por los ejércitos para ocultarse, y la segunda, en relación con la historia occidental de la representación del paisaje— desplazan nuestras miradas antropocéntricas hacia modos de ver bajo otros espectros de luz.
Jimena Kato se acerca a su árbol genealógico mediante la decoración floral: recupera un video que grabó su madre en los años ochenta donde enseña cómo hacer arreglos florales desde la tradición japonesa del ikebana. Al video lo acompaña la escultura de un jarrón con flores locales realizado por la artista al estilo occidental. Kato reflexiona sobre la deuda kármica que tiene con las mujeres de su linaje y busca conocerla mediante estas acciones simbólicas. La artista vierte pigmentos fluorescentes en el agua del florero e invierte los colores del video de su madre: al igual que Mazenett Quiroga, Kato hace visible lo invisible e insiste en que las cosas son más de lo que vemos de ellas.
CUERPOS MUTANTES
No podemos olvidar que la modernidad también modeló unos ideales muy excluyentes con relación al cuerpo desde la heteronormatividad. Le artiste Edi Jiménez nos invita a revisar lo que puede quedar fuera de esos márgenes con su mural La mostra, un autorretrato simbólico donde se representa como múltiples animales que popularmente se relacionan con la gordura. Se apropia del insulto con ternura para romper estos cánones normativos referentes a la forma del cuerpo, pero también a su género. Si bien vemos unos animales encima de otros, también encontramos una anatomía parcialmente humana, parcialmente animal, que encarna lo femenino y lo masculino. Edi pinta el mural en el fondo de la sala, con el mismo espíritu que tienen los retablos en una iglesia: enseñar por medio de imágenes.
En ese mismo símil del templo, la instalación del artista mallorquín Julià Pandès ocupa el espacio del altar. Está conformada por una serie de esculturas antropomórficas con el título Ofrendas. Esos cuerpos habitan el espacio como lo haría un espectador más que visita la muestra, son entes temporales que están de paso. Así como lo somos nosotros y todo lo que nos rodea. En sus materialidades, la mística del regalo —las ofrendas se hacen a los dioses que veneramos— contrasta con lo mundano de los materiales que componen las piezas: un montón de elementos inservibles para otros (como ropa, llaveros, llaves y otros desechos que son el resultado de su propio vivir como botellas de agua o pepas de mango) que Julià encuentr a al azar en sus largos paseos por el centro de Bogotá. Estos cuerpos aparecen como símbolo de una civilización en crisis, ya lo dice Enrique Juncosa hablando sobre las obras de Julià: «son los monumentos a lo efímero, a lo inútil, a lo residual, al declive de un sistema productivo⁷» y aun en este contexto de desánimo trasmiten optimismo.
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¹Tsing, Anna Lowenhaupt. La seta del fin del mundo: sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas. Capitan Swing. España. 2021.
²Este título hace referencia al libro de McMenamin, Mark A. y Schulte McMenamin, Dianna L. Hypersea: Life on land (Columbia University Press. EE.UU. 1996). Los autores describen cómo la vida se movió del mar a la tierra hace más de 400 millones de años y la supervivencia de plantas y animales desde entonces está completamente comprometida por mantener sus niveles de hidratación, por ello proponen que seguimos siendo parte de un gran cuerpo de agua junto con el resto de las plantas, animales y otros entes acuosos del planeta.
³ Murder, Michael, Dump Philosophy. A phenomenology of devastation, Bloomsbury, EE.UU., 2021, p. 11.
⁴ La caseína es la principal proteína de la leche que al extraerla y deshidratarla se convierte en una sustancia con altas cualidades adhesivas. Desde hace milenios se emplea como aglutinante para la pintura sobre piedras, muros, papel y tela.
⁵Descubrí esta relación de términos que hizo José Lezama en su libro Diarios a través del libro de Sáez, Javier y Carrascosa, Sejo. Por el culo. Políticas anales (Egales, España, 2011, p. 37).
Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid y SAIC (School of the Art Institute of Chicago). Ha realizado múltiples programas de artista en residencia entre los que destacan Mino AIR (Japón), KulttuuriKauppila (Finlandia) y Flora ars+natura (Colombia). En España ha expuesto en diferentes galerías y espacios independientes, y ha desarrollado proyectos de formación y de curaduría con instituciones como el MNCARS y Matadero Madrid, y ha sido parte de varios colectivos y asociaciones del contexto local. Su práctica artística, que también involucra la docencia universitaria, se preocupa por evidenciar la fragilidad de nuestra especie y nuestras estructuras de conocimiento en el contexto actual de crisis ecológica. Esto se manifiesta en dibujos e instalaciones que son resultado de una negociación afectiva con el entorno.