FURIA

 

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Del 29 de julio al 10 de septiembre

Curaduría: Felipe Arturo

«Hay formas de rabia que intensifican la desigualdad y otras que combaten desde prácticas afirmativas plurales». 
Laura Quintana 
Rabia 

Es dicho que cuando José Eustasio Rivera publicó su novela La Vorágine en 1924, se trató de la transformación de una investigación documental en un relato de ficción. Rivera amasó un acervo documental de entrevistas y testimonios con los que tal vez pretendió llevar a cabo un proceso judicial, finalmente desestimado. Fue así como nació el relato fáctico del poeta Arturo Cova a partir del impulso transformador de un fracaso judicial. 

Cien años de soledad, la célebre novela de Gabriel García Márquez, padece de una infidelidad similar. Dentro del relato de ficción se rememora la matanza de las bananeras, acontecida en 1928 en Ciénaga, Magdalena, y que aún adolece de certidumbre y responsabilidad jurídica. Tanto La Vorágine como Cien Años de Soledad, se una paradoja histórica: la transmisión (artística) de la historia perpetúa el relato, pero anestesia su valor jurídico y documental. 

En nuestros días nos enfrentamos a una nueva dimensión de la memoria, cuando acaba de hacerse público el Informe Final de la Comisión de la Verdad, formada tras la firma de los Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC en noviembre de 2016. El trabajo monumental de la comisión recogió 30000 testimonios entre millones de víctimas dejadas por el conflicto colombiano en los últimos 60 años. Francisco De Roux, presidente de la comisión, afirmó que se necesitarían 17 de años de silencio para conmemorar con un minuto cada uno de los 450000 muertos dejados en las últimas seis décadas. La misma comisión invitó a la organización Forensic Architecture, con sede en Londres, a realizar tres investigaciones presentadas como una exposición bajo el nombre Huellas de Desaparición. En las salas de Museo de Arte del Banco de la República se utilizaron técnicas de híper-documentación, modelación arquitectónica y cartográfica para dar luces sobre casos irresolutos de la historia reciente. 

Como en un nuevo capítulo, el Paro Nacional de 2021 y las revueltas tras el asesinato del abogado Javier Ordóñez en Bogotá en 2020, nos enfrenta a una nueva dimensión multitudinaria de lo documental. Somos testigos de la transmisión mediatizada de las tragedias de nuestro tiempo en tiempo real, bajo una documentación basta, exhaustiva e inabarcable, que pocas veces alcanza un valor real en la judicialización de los perpetradores de la violencia. 

El nuevo paisaje tecnológico nos acerca a una nueva frustración contemporánea. Afrontamos la imposibilidad humana de consumir y elaborar la información que se presenta ante nuestros ojos aterrados y cansados. Durante el paro presenciamos la documentación y transmisión incesante de imágenes de abusos estatales, violencias ejercidas por los propios ciudadanos, así como de imágenes de expresiones colectivas, intervenciones de espacios públicos y de reuniones multitudinarias en espacios representativos de municipios y ciudades del país. 

Este nuevo acervo testimonial nos exige pensar en articulaciones que puedan ofrecer un sentido de los hechos que nos convocan. El arte nos ofrece otras lecturas poéticas, afectivas y de lenguajes no-verbales y no-escritos como son acciones corporales, gestos materiales o imágenes no-documentales. Estas articulaciones artísticas de la información podrían entrar dentro de lo que la filósofa Laura Quintana llama enardecimientos transformadores, que, a diferencia de una emocionalidad reactiva, o de un recuento coherente de la historia, permite una reconfiguración afectiva, y colectiva, de nuestra relación con el presente. 

Furia busca poner en relación dos sentidos del relato de la historia reciente. La exposición se sirve de medios y organizaciones alternativos para construir un mosaico documental de los días del paro y por otro lado, invita a los artistas Eblin Grueso Cuero, Estefanía García Pineda, Eider Yangana Palechor, Carolina Fandiño Salcedo y Valeria Montoya Giraldo a presentar una serie de aproximaciones plásticas y sensoriales en nuestra relación sensible con el presente. También se ha incluido una serie de objetos e imágenes artísticas de Milena Bonilla, Gabriel Zea, Paola Pabón Bermúdez y Francisco Toquica quienes ofrecen fragmentos de sus trabajos como puentes que nos conducen a la historia de la revuelta, los deseos de la multitud y los cuerpos yacientes. 

Es, ojalá, una experiencia memorable. 

Sobre Felipe Arturo

 

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Arquitecto y artista. Su práctica toma elementos del urbanismo, la arquitectura y el arte en relación con la política, la historia, la geografía, la hidrografía y la economía, desarrollando en paralelo estrategias participativas como modelo pedagógico. Desde 1999 ha realizado proyectos artísticos y museográficos en espacios y eventos como el Salón Nacional de Artistas (2013), el Premio Luis Caballero (2016-2017), la Bienal de Lyon (2019), Fragmentos-Espacio de Arte y Memoria (2019), el Museo del Bronx (2014), el Museo de Arte Contemporáneo Africano de Marrakech (2020) o el Museo de Arte Contemporáneo de Detroit (2015), entre otros. Estudió arquitectura en la Universidad de Los Andes en Bogotá, una maestría en artes visuales en la Universidad de Columbia en Nueva York y es doctor en artes visuales en la Universidad de Évora en Portugal. Actualmente es director del Área Académica de Artes y Fotografía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.


Artistas participantes

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