Jean Carlos Lucumí Ortiz

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Validar,  2019-2022
Performance

El gesto de sellar a lo largo de la historia ha prevalecido y ha validado el poseer tierras, el generar leyes, edictos y mandatos por parte de la realeza. Posterior a esto, a mediados del siglo XIX, se validó el liberar cuerpos esclavizados por medio de un documento que debía estar sellado por una junta de manumisión que diera buena fe de que dicha persona era libre. Finalmente, en 1851 se valida la total libertad –en todo el territorio nacional de Nueva Granada– de cuerpos negros que habían sido marginados y explotados por la esclavización y dicha ley sería vigente a partir del 1 de enero de 1852.  

Nada sería como antes, eso era lo que se suponía, pero estos cuerpos negros que habían sido raptados no sabían con certeza cuál sería su lugar. Todo sería como antes, muchos de los que ahora eran libres, por decisión propia, se quedaron en las haciendas sirviendo a las familias que les habían validado un lugar para ser/estar.  

El tiempo ha pasado y muchos apellidos de personas prietas de vez en vez son motivo de asombro. El sentido del mío, Lucumi, cambió por completo cuando la artista se encuentra con que esa era la denominación que se le daba a las personas negras raptadas de la costa del Golfo de Benín y que actualmente se conoce como Nigeria. A su vez, Lucumi es un idioma que es paralelo al Yoruba, y el Yoruba y el Lucumi son formas de asumir una espiritualidad, donde las deidades están ligadas a elementos naturales: Obatalá, padre del cielo y creador de los seres humanos es uno de estos.  

Una etiqueta/denominación dejó de ser lo que era para convertirse en un apellido, pero el sellar persiste: con un sello se valida o se niega el paso de una persona a otro país, a otro continente; un solo sello, puede mover o retener desde un papel, un bien material, un bien simbólico, hasta un cuerpo. Por ello convierte su apellido en un sello con el cual valida su propia existencia.

 

, Colombia

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