Manuela Vélez Ortega

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Fondo Visual - AGN (Archivo General Narco), 2022
Instalación mixta

En las clases de primaria, las novelas de caba-lleros y los audiolibros del mágico mundo de los griegos, la historia suele concebirse como una idea estática, un sinónimo de pasado y de lo que no se puede cambiar. «El que no conoce su historia está condenado a repetirla» es tal vez el mandato más genérico y propio de esta narrativa que se ha reproducido en los medios nacionales: convierte al pasado en una verdad ya contada, y al tiempo en una especie de ciclo interminable en el que, cual visión teleológica de la vida, todxs caemos y ningunx puede escapar.

Tan sencillo como negar la sorpresa e irracionalidad de los cambios que nos han atropellado durante los últimos años es pretender seguir pen-sando en la historia como el sitio de las antologías del pasado. En un mundo de novedad y primeras veces que parecen sacadas de películas distópicas, el Fondo visual del AGN (Archivo General Narco) es la demostración de la contradicción que ancla la historia al polvo del pasado y a los escritos en piedra: porque las cosas nunca suceden de la misma manera, porque el tiempo es tan inevitable como impredecible, y porque el pasado se construye al mismo ritmo del presente.

Las categorías inventadas, así como la manera de agrupar las imágenes a su alrededor y la invi-tación a lxs visitantes de poder mover, alterar y crear sus propias narrativas a partir de la propuesta de la obra constituyen un gesto de invención, búsqueda y reconstrucción de las historias que han sido contadas alrededor del narcotráfico: su asentamiento y expansión en Medellín durante la década de los ochenta, su dimensión visual y cultural, y las impresiones que de este permanecen en las generaciones que, más que experiencia vivida, forman parte del imaginario colectivo que nos alimenta como espectadores de la novela que es la construcción nacional.

El pasado, al ritmo de nuestro presente, está en constante invención; como no se repite, no puede ser como era antes. Ni las historias ni las imágenes son inmunes al cambio. Al contrario, son las responsables de imaginar uno nuevo, uno capaz de abrirse a discursos y narrativas divergentes, que se pregunten por lo que permanece y lo que no, por las imágenes y las ausencias de la memoria, por todo lo que no puede volver a ser como antes. 

, Colombia

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