Alonso Garcés Galería se complace en proponer para nuestra próxima participación en ArtBo, los trabajos de tres artistas de la misma generación con un extenso y prolífico recorrido; una producción consecuente, seria y perseverante, que les permite hoy ser considerados figuras consagradas de la abstracción geométrica latinoamericana. Nuestra propuesta incluye un número importante de obras de diferentes épocas de sus respectivos trabajos y representan a nuestro criterio, una unidad armoniosa, austera y homogénea, indiscutiblemente marcadas por un rigor extremo de “depuración” de la línea la forma y el color, tres lenguajes afines que, en un constante diálogo simbólico teñido de una gran dosis de misticismo, llevarán al espectador a los «umbrales» sublimes de la abstracción. Manolo Vellojín, siempre distante a las “modas” de estilo impuestas por el «transcurrir del tiempo», nos dejó una obra singular, única, impregnada de ese rigor extremo que, como esencia, es vehículo de su inquebrantable búsqueda de la perfección. Pedro Tagliafico y Jorge Riveros, continúan en una activa y dinámica producción que nos sigue sorprendiendo. Reafirmando su vigencia. Una constante exploración que se renueva a partir de un análisis racional y ordenado, resultando, una obra innovadora, nueva y muy acorde con nuestro tiempo.
Desde su fundación en 1977, la Galería Garcés Velázquez, hoy ALONSO GARCÉS GALERÍA, ha marcado una pauta de excelencia en la divulgación y promoción de la plástica nacional e internacional, manteniendo siempre como objetivo primordial la prospección y descubrimiento de jóvenes talentos, el acompañamiento y el apoyo de artistas reconocidos. Pintura, escultura, vídeos y todo tipo de expresiones de arte han pasado por sus instalaciones. En su tienda, además de obras relacionadas con el carácter del espacio, encontrará libros y objetos diversos.
Manolo Vellojín La obra de Manolo Vellojín se distinguió siempre por su perfeccionismo y su delicadeza. Todo su trabajo hace gala de una escrupulosa precisión al igual que de una finura y una pulcritud que colaboran en su ambicioso intento de representar lo irrepresentable, de concretar lo inescrutable confrontándolo de manera racional. Para Vellojín el arte fue ante todo una manera de evocar la dimensión espiritual del ser humano y por ello sus trabajos incitan a la introspección, a reflexionar sobre la vida y sobre la muerte, a conciliar la interioridad y la exterioridad, provocando la concentración del observador en los pocos, pero fuertemente simbólicos elementos que los componen. Entre sus producciones más exquisitas figuran sus Ascensiones, obras especialmente refinadas en las cuales, Vellojín abandonó la bidimensionalidad de la mayoría de sus trabajos, pero no con el ánimo de producir esculturas puesto que son obras dispuestas para apreciarse frontalmente, sino con la intención de insinuar liviandad, elevación y de transmitir sublimidad, es decir, de contagiarnos con ese impulso de comprensión del infinito que fue una de las principales razones de su arte, aunque para ello, tengamos que apoyarnos en los poderes finitos de nuestra razón. Eduardo Serrano – 2012
Manolo Vellojín La obra de Manolo Vellojín se distinguió siempre por su perfeccionismo y su delicadeza. Todo su trabajo hace gala de una escrupulosa precisión al igual que de una finura y una pulcritud que colaboran en su ambicioso intento de representar lo irrepresentable, de concretar lo inescrutable confrontándolo de manera racional. Para Vellojín el arte fue ante todo una manera de evocar la dimensión espiritual del ser humano y por ello sus trabajos incitan a la introspección, a reflexionar sobre la vida y sobre la muerte, a conciliar la interioridad y la exterioridad, provocando la concentración del observador en los pocos, pero fuertemente simbólicos elementos que los componen. Entre sus producciones más exquisitas figuran sus Ascensiones, obras especialmente refinadas en las cuales, Vellojín abandonó la bidimensionalidad de la mayoría de sus trabajos, pero no con el ánimo de producir esculturas puesto que son obras dispuestas para apreciarse frontalmente, sino con la intención de insinuar liviandad, elevación y de transmitir sublimidad, es decir, de contagiarnos con ese impulso de comprensión del infinito que fue una de las principales razones de su arte, aunque para ello, tengamos que apoyarnos en los poderes finitos de nuestra razón. Eduardo Serrano – 2012
Manolo Vellojín La obra de Manolo Vellojín se distinguió siempre por su perfeccionismo y su delicadeza. Todo su trabajo hace gala de una escrupulosa precisión al igual que de una finura y una pulcritud que colaboran en su ambicioso intento de representar lo irrepresentable, de concretar lo inescrutable confrontándolo de manera racional. Para Vellojín el arte fue ante todo una manera de evocar la dimensión espiritual del ser humano y por ello sus trabajos incitan a la introspección, a reflexionar sobre la vida y sobre la muerte, a conciliar la interioridad y la exterioridad, provocando la concentración del observador en los pocos, pero fuertemente simbólicos elementos que los componen. Entre sus producciones más exquisitas figuran sus Ascensiones, obras especialmente refinadas en las cuales, Vellojín abandonó la bidimensionalidad de la mayoría de sus trabajos, pero no con el ánimo de producir esculturas puesto que son obras dispuestas para apreciarse frontalmente, sino con la intención de insinuar liviandad, elevación y de transmitir sublimidad, es decir, de contagiarnos con ese impulso de comprensión del infinito que fue una de las principales razones de su arte, aunque para ello, tengamos que apoyarnos en los poderes finitos de nuestra razón. Eduardo Serrano – 2012
Pedro Tagliafico Las obras expuestas comprenden las últimas décadas de la activa y prolífica producción del artista, que al igual de trabajos precedentes nacen de un estricto análisis racional y concepto. A principio de la década de los 60s Pedro Tagliafico se radica en Londres, comenzando así su larga permanencia en Europa, opuestamente a otros artistas Latinoamericanos de su generación que encaminaron su producción a los “dogmas” trazados por el arte cinético. Tagliafico, remite su búsqueda e interés a otras corrientes, y será en Italia, país donde vivió a partir de 1970, que cambiará indiscutiblemente el curso de su obra. En ese momento, Italia estaba lejos de ser para los ojos de la crítica Universal, el epicentro de interés, así, artistas y creadores respiraban una atmósfera libre de directrices. No obstante, de estas referencias resulta difícil encasillar a Tagliafico dentro de un estilo particular. Esas influencias son palpables en su trabajo y en él, existe una plena voluntad y conciencia de mostrarlas, que sean visibles y de allí, surgen en su obra improntas personales y únicas que pueden ir de las puramente minimalistas a la abstracción geométrica, del conceptualismo al constructivismo. Resultando un trabajo de un esteticismo muy marcado que, sin formalismo, transmite y ante todo sugiere sentimientos viscerales, afines a un arte que no es extraño a su tiempo. Reinaldo Annicchiarico
Pedro Tagliafico Las obras expuestas comprenden las últimas décadas de la activa y prolífica producción del artista, que al igual de trabajos precedentes nacen de un estricto análisis racional y concepto. A principio de la década de los 60s Pedro Tagliafico se radica en Londres, comenzando así su larga permanencia en Europa, opuestamente a otros artistas Latinoamericanos de su generación que encaminaron su producción a los “dogmas” trazados por el arte cinético. Tagliafico, remite su búsqueda e interés a otras corrientes, y será en Italia, país donde vivió a partir de 1970, que cambiará indiscutiblemente el curso de su obra. En ese momento, Italia estaba lejos de ser para los ojos de la crítica Universal, el epicentro de interés, así, artistas y creadores respiraban una atmósfera libre de directrices. No obstante, de estas referencias resulta difícil encasillar a Tagliafico dentro de un estilo particular. Esas influencias son palpables en su trabajo y en él, existe una plena voluntad y conciencia de mostrarlas, que sean visibles y de allí, surgen en su obra improntas personales y únicas que pueden ir de las puramente minimalistas a la abstracción geométrica, del conceptualismo al constructivismo. Resultando un trabajo de un esteticismo muy marcado que, sin formalismo, transmite y ante todo sugiere sentimientos viscerales, afines a un arte que no es extraño a su tiempo. Reinaldo Annicchiarico
Pedro Tagliafico Las obras expuestas comprenden las últimas décadas de la activa y prolífica producción del artista, que al igual de trabajos precedentes nacen de un estricto análisis racional y concepto. A principio de la década de los 60s Pedro Tagliafico se radica en Londres, comenzando así su larga permanencia en Europa, opuestamente a otros artistas Latinoamericanos de su generación que encaminaron su producción a los “dogmas” trazados por el arte cinético. Tagliafico, remite su búsqueda e interés a otras corrientes, y será en Italia, país donde vivió a partir de 1970, que cambiará indiscutiblemente el curso de su obra. En ese momento, Italia estaba lejos de ser para los ojos de la crítica Universal, el epicentro de interés, así, artistas y creadores respiraban una atmósfera libre de directrices. No obstante, de estas referencias resulta difícil encasillar a Tagliafico dentro de un estilo particular. Esas influencias son palpables en su trabajo y en él, existe una plena voluntad y conciencia de mostrarlas, que sean visibles y de allí, surgen en su obra improntas personales y únicas que pueden ir de las puramente minimalistas a la abstracción geométrica, del conceptualismo al constructivismo. Resultando un trabajo de un esteticismo muy marcado que, sin formalismo, transmite y ante todo sugiere sentimientos viscerales, afines a un arte que no es extraño a su tiempo. Reinaldo Annicchiarico
Jorge Riveros A comienzos de los 60 la obra de Riveros, hasta ese momento muy cercano al expresionismo abstracto, evoluciona a un arte que refuta toda referencia figurativa y consagra toda su imaginación creativa a una asimilación fiel y rigurosa de la geometría constructivista de avant-garde. Así, siguiendo sus dogmas e incorporando la estética propia de las culturas pre-hispánicas la geometrización de sus formas adquieren ese lirismo-sonoro muy propio del arte Latinoamericano. En Riveros el movimiento pausado de sus formas estrictamente bidimensionales y generalmente asimétricas están desprovistas de cualquier energía de ebullición constante. Una atmósfera plácida, neutral de imágenes ancladas, transfiguradas por la intensidad del color, que involucran en un universo sereno el ojo del espectador. Así Riveros con un equilibrio logrado sin «violencia» donde ninguna «perturbación» es permitida, nos acerca a los umbrales «sublimes» de la Abstracción. Reinaldo Annicchiarico – Paris 2010
Jorge Riveros A comienzos de los 60 la obra de Riveros, hasta ese momento muy cercano al expresionismo abstracto, evoluciona a un arte que refuta toda referencia figurativa y consagra toda su imaginación creativa a una asimilación fiel y rigurosa de la geometría constructivista de avant-garde. Así, siguiendo sus dogmas e incorporando la estética propia de las culturas pre-hispánicas la geometrización de sus formas adquieren ese lirismo-sonoro muy propio del arte Latinoamericano. En Riveros el movimiento pausado de sus formas estrictamente bidimensionales y generalmente asimétricas están desprovistas de cualquier energía de ebullición constante. Una atmósfera plácida, neutral de imágenes ancladas, transfiguradas por la intensidad del color, que involucran en un universo sereno el ojo del espectador. Así Riveros con un equilibrio logrado sin «violencia» donde ninguna «perturbación» es permitida, nos acerca a los umbrales «sublimes» de la Abstracción. Reinaldo Annicchiarico – Paris 2010
Jorge Riveros A comienzos de los 60 la obra de Riveros, hasta ese momento muy cercano al expresionismo abstracto, evoluciona a un arte que refuta toda referencia figurativa y consagra toda su imaginación creativa a una asimilación fiel y rigurosa de la geometría constructivista de avant-garde. Así, siguiendo sus dogmas e incorporando la estética propia de las culturas pre-hispánicas la geometrización de sus formas adquieren ese lirismo-sonoro muy propio del arte Latinoamericano. En Riveros el movimiento pausado de sus formas estrictamente bidimensionales y generalmente asimétricas están desprovistas de cualquier energía de ebullición constante. Una atmósfera plácida, neutral de imágenes ancladas, transfiguradas por la intensidad del color, que involucran en un universo sereno el ojo del espectador. Así Riveros con un equilibrio logrado sin «violencia» donde ninguna «perturbación» es permitida, nos acerca a los umbrales «sublimes» de la Abstracción. Reinaldo Annicchiarico – Paris 2010