La fragilidad es inherente la vida misma, por ende, a lo largo de la historia esta ha sido un motivo recurrente dentro de la practica artística. Nuestra propuesta plantea una selección de piezas cuyas características, tanto formales como conceptuales asocian la fragilidad de la experiencia humana con actos tan simples como el comer y el habitar la igual que con sucesos tan complejos como conflicto armado. La muestra busca poner en evidencia la diversidad de iteraciones que aluden a la fragilidad, utilizando técnicas como el textil, la pintura y el dibujo y asociándola a temáticas diversas relacionadas al olvido, la feminidad, la abstracción y el duelo.
Galería Casas Riegner fue fundada en 2001 en la ciudad de Miami. En 2004, luego de alcanzar una posición importante dentro de la escena artística de dicha ciudad, la galería se planteó un nuevo reto: diseminar e impulsar el arte contemporáneo tanto a nivel internacional como en Colombia. Para llevar esto a cabo, Casas Riegner abrió sus puertas en Bogotá en marzo de 2005, desarrollando desde entonces un proyecto galerístico ambicioso que se centra en la investigación y selección de artistas en el marco de un proyecto curatorial definido.
Promoviendo artistas establecidos y emergentes que han influenciado el desarrollo de la escena artística nacional, el programa expositivo de Casas Riegner apunta a introducir nuevos nombres al público local e internacional. Al extender visitas a artistas y curadores de otros países, busca también crear un espacio de intercambio cultural e incentivar la producción de nuevos discursos. Adicionalmente, el programa ha sido estructurado con el propósito de crear exhibiciones con un alto rigor conceptual e innovación formal que actúen como manifestaciones de procesos reflexivos.
El trabajo de Leyla Cárdenas explora las nociones de ausencia, memoria, historia, destrucción, acumulación y mutabilidad a través de procesos extractivos que culminan en instalaciones delicadas de gran escala que hacen perceptible la elusiva noción del tiempo. Abordando el peso, la longitud y la acumulación del tiempo, la práctica de Cárdenas involucra la extracción de sustratos de edificios antiguos y descuidados y la sucesiva reconstrucción de estos fragmentos que actúan como evidencia de un pasado suprimido. En un acto de resistencia en contra del olvido, Cárdenas acoge la destrucción al, literalmente, traer con su obra capas de tiempo e historia que inevitablemente redefinen el presente.
Para Ortiz, la “página” actúa como un soporte material pero también como un espacio discursivo en el que diseño, dibujo y escritura se fusionan. Por lo general, interviene ese soporte de formas aparentemente mínimas y sutiles: con líneas de lápices de punta dura; con finas capas de gouache, óleo y esmalte; usando palabras y frases que, extraídas de poemas, letras de canciones o piezas literarias, estableciendo una relación incómoda entre el formato y los medios que utiliza. Todas sus estrategias formales insinúan el paso del tiempo a la vez que plantean preguntas acerca de ese territorio complejo llamado “superficie” o “página.”
Alfonso (Popayán, 1986) es artista visual con interés en lo anecdótico, en la oralidad y en las múltiples narrativas que se pueden tejer desde la abstracción y la especulación. En su práctica, el dibujo se considera una suerte de intervención que se articula con otros medios, es decir, su poder de representación no se limita a la creación de una imagen sino más bien abre posibilidades para dialogar e incorporarse con otros marcos de interpretación, donde la escultura, lo audiovisual, lo con otras personas son parte de sus procesos.
Alfonso (Popayán, 1986) es artista visual con interés en lo anecdótico, en la oralidad y en las múltiples narrativas que se pueden tejer desde la abstracción y la especulación. En su práctica, el dibujo se considera una suerte de intervención que se articula con otros medios, es decir, su poder de representación no se limita a la creación de una imagen sino más bien abre posibilidades para dialogar e incorporarse con otros marcos de interpretación, donde la escultura, lo audiovisual, lo con otras personas son parte de sus procesos.
Los intereses de Luis Roldán se relacionan con la exploración de la pintura abstracta, sus materiales, estructuras y apariencia final. Usando un amplio rango de medios y soportes, presenta una revisión experimental y objetual del gesto pictórico. Incorporando diferentes metodologías y técnicas, Roldán crea vínculos entre referencias literarias, poéticas o musicales y su investigación sobre el color, la superficie y el soporte de la pintura.
Los intereses de Luis Roldán se relacionan con la exploración de la pintura abstracta, sus materiales, estructuras y apariencia final. Usando un amplio rango de medios y soportes, presenta una revisión experimental y objetual del gesto pictórico. Incorporando diferentes metodologías y técnicas, Roldán crea vínculos entre referencias literarias, poéticas o musicales y su investigación sobre el color, la superficie y el soporte de la pintura.
Los intereses de Luis Roldán se relacionan con la exploración de la pintura abstracta, sus materiales, estructuras y apariencia final. Usando un amplio rango de medios y soportes, presenta una revisión experimental y objetual del gesto pictórico. Incorporando diferentes metodologías y técnicas, Roldán crea vínculos entre referencias literarias, poéticas o musicales y su investigación sobre el color, la superficie y el soporte de la pintura.
Para Ortiz, la “página” actúa como un soporte material pero también como un espacio discursivo en el que diseño, dibujo y escritura se fusionan. Por lo general, interviene ese soporte de formas aparentemente mínimas y sutiles: con líneas de lápices de punta dura; con finas capas de gouache, óleo y esmalte; usando palabras y frases que, extraídas de poemas, letras de canciones o piezas literarias, estableciendo una relación incómoda entre el formato y los medios que utiliza. Todas sus estrategias formales insinúan el paso del tiempo a la vez que plantean preguntas acerca de ese territorio complejo llamado “superficie” o “página.”
Para Ortiz, la “página” actúa como un soporte material pero también como un espacio discursivo en el que diseño, dibujo y escritura se fusionan. Por lo general, interviene ese soporte de formas aparentemente mínimas y sutiles: con líneas de lápices de punta dura; con finas capas de gouache, óleo y esmalte; usando palabras y frases que, extraídas de poemas, letras de canciones o piezas literarias, estableciendo una relación incómoda entre el formato y los medios que utiliza. Todas sus estrategias formales insinúan el paso del tiempo a la vez que plantean preguntas acerca de ese territorio complejo llamado “superficie” o “página.”
El trabajo de Leyla Cárdenas explora las nociones de ausencia, memoria, historia, destrucción, acumulación y mutabilidad a través de procesos extractivos que culminan en instalaciones delicadas de gran escala que hacen perceptible la elusiva noción del tiempo. Abordando el peso, la longitud y la acumulación del tiempo, la práctica de Cárdenas involucra la extracción de sustratos de edificios antiguos y descuidados y la sucesiva reconstrucción de estos fragmentos que actúan como evidencia de un pasado suprimido. En un acto de resistencia en contra del olvido, Cárdenas acoge la destrucción al, literalmente, traer con su obra capas de tiempo e historia que inevitablemente redefinen el presente.
Durante varias décadas de carrera, el arte poético y político de Lizarazo ha desarrollado un lenguaje visual propio que confronta el sometimiento sistémico de la voz y el cuerpo femenino, creando un espacio que reconoce y celebra la autonomía, la sexualidad y la liberación femenina. La práctica artística de Lizarazo emplea un enfoque intermedial que habita sus dibujos, acuarelas, pinturas, esculturas, bordados e instalaciones. Asimismo, su trabajo abarca un rango heterogéneo, poco convencional, de materiales como vidrio, arcilla, madera, huesos, lana y cabello humano a escalas dramáticamente variadas, desde lo monumental hasta lo fragmental. Entre lo que caracteriza la práctica de Lizarazo, está la representación del cuerpo fragmentado, por dentro y por fuera, retratado de manera vulnerable y conmovedora a través de una serie de etéreas e inquietantes piezas que indagan sobre la piel, los órganos y los orificios del cuerpo. La serie Piel (2017-2021), un icónico grupo de obras confeccionadas con medias veladas como una metonimia de la piel humana, delicada y elástica, fue concebida desde un profundo interés sobre el órgano más grande que tiene el cuerpo humano. En estas piezas, la piel se alza como una cartografía única para cada individuo; un tejido que se estira, se encoje, cambia de color, de textura, se hiere, se repara, se enferma, se cicatriza, se cura. Un sistema que comunica lo íntimo y lo visceral con el entorno foráneo, revelando la tensión que existe entre el cuerpo físico y su espacio circundante, entre lo que está adentro y lo que está afuera. En esta serie Lizarazo sintetiza la asombrosa, y a menudo ambigua imaginería, con elementos decorativos y artesanales, que funden lo etéreo y lo agresivo, otra temática recurrente en su trabajo.
Durante varias décadas de carrera, el arte poético y político de Lizarazo ha desarrollado un lenguaje visual propio que confronta el sometimiento sistémico de la voz y el cuerpo femenino, creando un espacio que reconoce y celebra la autonomía, la sexualidad y la liberación femenina. La práctica artística de Lizarazo emplea un enfoque intermedial que habita sus dibujos, acuarelas, pinturas, esculturas, bordados e instalaciones. Asimismo, su trabajo abarca un rango heterogéneo, poco convencional, de materiales como vidrio, arcilla, madera, huesos, lana y cabello humano a escalas dramáticamente variadas, desde lo monumental hasta lo fragmental. Entre lo que caracteriza la práctica de Lizarazo, está la representación del cuerpo fragmentado, por dentro y por fuera, retratado de manera vulnerable y conmovedora a través de una serie de etéreas e inquietantes piezas que indagan sobre la piel, los órganos y los orificios del cuerpo. La serie Piel (2017-2021), un icónico grupo de obras confeccionadas con medias veladas como una metonimia de la piel humana, delicada y elástica, fue concebida desde un profundo interés sobre el órgano más grande que tiene el cuerpo humano. En estas piezas, la piel se alza como una cartografía única para cada individuo; un tejido que se estira, se encoje, cambia de color, de textura, se hiere, se repara, se enferma, se cicatriza, se cura. Un sistema que comunica lo íntimo y lo visceral con el entorno foráneo, revelando la tensión que existe entre el cuerpo físico y su espacio circundante, entre lo que está adentro y lo que está afuera. En esta serie Lizarazo sintetiza la asombrosa, y a menudo ambigua imaginería, con elementos decorativos y artesanales, que funden lo etéreo y lo agresivo, otra temática recurrente en su trabajo.
Durante varias décadas de carrera, el arte poético y político de Lizarazo ha desarrollado un lenguaje visual propio que confronta el sometimiento sistémico de la voz y el cuerpo femenino, creando un espacio que reconoce y celebra la autonomía, la sexualidad y la liberación femenina. La práctica artística de Lizarazo emplea un enfoque intermedial que habita sus dibujos, acuarelas, pinturas, esculturas, bordados e instalaciones. Asimismo, su trabajo abarca un rango heterogéneo, poco convencional, de materiales como vidrio, arcilla, madera, huesos, lana y cabello humano a escalas dramáticamente variadas, desde lo monumental hasta lo fragmental. Entre lo que caracteriza la práctica de Lizarazo, está la representación del cuerpo fragmentado, por dentro y por fuera, retratado de manera vulnerable y conmovedora a través de una serie de etéreas e inquietantes piezas que indagan sobre la piel, los órganos y los orificios del cuerpo. La serie Piel (2017-2021), un icónico grupo de obras confeccionadas con medias veladas como una metonimia de la piel humana, delicada y elástica, fue concebida desde un profundo interés sobre el órgano más grande que tiene el cuerpo humano. En estas piezas, la piel se alza como una cartografía única para cada individuo; un tejido que se estira, se encoje, cambia de color, de textura, se hiere, se repara, se enferma, se cicatriza, se cura. Un sistema que comunica lo íntimo y lo visceral con el entorno foráneo, revelando la tensión que existe entre el cuerpo físico y su espacio circundante, entre lo que está adentro y lo que está afuera. En esta serie Lizarazo sintetiza la asombrosa, y a menudo ambigua imaginería, con elementos decorativos y artesanales, que funden lo etéreo y lo agresivo, otra temática recurrente en su trabajo.
Una de las artistas vivas más importantes de Colombia, Beatriz González ocupa un puesto central en la historia del arte contemporáneo colombiano. Tan temprano como 1962, empezó a reinterpretar las obras más icónicas del arte occidental como un medio para reflexionar sobre las formas en que la alta cultura era asimilada en un país subdesarrollado como Colombia. Elaboró un lenguaje visual único que se alimenta de su fascinación con la noción de “gusto” y con base en el uso de imágenes encontradas, una paleta de color atrevida y las creaciones de composiciones planas usualmente llevadas a cabo en soportes inusuales como muebles, cobertores de cama y cortinas de gran tamaño. Su perspectiva única de la cultura popular y la política en Colombia dio lugar a la configuración de una voz artística que ha resonado a través, y más allá, del mundo del arte.
Una de las artistas vivas más importantes de Colombia, Beatriz González ocupa un puesto central en la historia del arte contemporáneo colombiano. Tan temprano como 1962, empezó a reinterpretar las obras más icónicas del arte occidental como un medio para reflexionar sobre las formas en que la alta cultura era asimilada en un país subdesarrollado como Colombia. Elaboró un lenguaje visual único que se alimenta de su fascinación con la noción de “gusto” y con base en el uso de imágenes encontradas, una paleta de color atrevida y las creaciones de composiciones planas usualmente llevadas a cabo en soportes inusuales como muebles, cobertores de cama y cortinas de gran tamaño. Su perspectiva única de la cultura popular y la política en Colombia dio lugar a la configuración de una voz artística que ha resonado a través, y más allá, del mundo del arte.
Una de las artistas vivas más importantes de Colombia, Beatriz González ocupa un puesto central en la historia del arte contemporáneo colombiano. Tan temprano como 1962, empezó a reinterpretar las obras más icónicas del arte occidental como un medio para reflexionar sobre las formas en que la alta cultura era asimilada en un país subdesarrollado como Colombia. Elaboró un lenguaje visual único que se alimenta de su fascinación con la noción de “gusto” y con base en el uso de imágenes encontradas, una paleta de color atrevida y las creaciones de composiciones planas usualmente llevadas a cabo en soportes inusuales como muebles, cobertores de cama y cortinas de gran tamaño. Su perspectiva única de la cultura popular y la política en Colombia dio lugar a la configuración de una voz artística que ha resonado a través, y más allá, del mundo del arte.
El trabajo de Leyla Cárdenas explora las nociones de ausencia, memoria, historia, destrucción, acumulación y mutabilidad a través de procesos extractivos que culminan en instalaciones delicadas de gran escala que hacen perceptible la elusiva noción del tiempo. Abordando el peso, la longitud y la acumulación del tiempo, la práctica de Cárdenas involucra la extracción de sustratos de edificios antiguos y descuidados y la sucesiva reconstrucción de estos fragmentos que actúan como evidencia de un pasado suprimido. En un acto de resistencia en contra del olvido, Cárdenas acoge la destrucción al, literalmente, traer con su obra capas de tiempo e historia que inevitablemente redefinen el presente.
Alfonso (Popayán, 1986) es artista visual con interés en lo anecdótico, en la oralidad y en las múltiples narrativas que se pueden tejer desde la abstracción y la especulación. En su práctica, el dibujo se considera una suerte de intervención que se articula con otros medios, es decir, su poder de representación no se limita a la creación de una imagen sino más bien abre posibilidades para dialogar e incorporarse con otros marcos de interpretación, donde la escultura, lo audiovisual, lo con otras personas son parte de sus procesos.