El mito del hombre bueno, impoluto en su estado natural, figura ideal de Jean Jacques Rousseau, fue pensado como aquel hombre en condición primitiva, ajeno de toda estructura política y social, en esencia puro.
En las pinturas de Arango aparecen esas criaturas primitivas: los cuerpos desnudos, los animales, el jaguar y la rana y los cielos estrellados. Es esa mirada diáfana la que evoca el mito de un mundo limpio y puro. Sin embargo, no todo marcha bien en el paraíso: la serpiente, la representación arquetípica del pecado original y el mal, se enrosca en un árbol; la muerte del toro revela el conflicto humano y la maldad. Arango lleva la forma a su estado más simple. Juega con el color, la materia, la escala, las proporciones, y las direcciones. Quizá sea entonces la misma naturaleza de la pintura que le permite a Arango revelar y conservar su “estado natural”.
El buen salvaje es una metáfora de esperanza, pues aún no es tarde para que el hombre recuerde sus orígenes y recupere los ideales de un mundo mejor, aquel en que la mirada diáfana e inocente recrea el mundo en todo su esplendor.
La Balsa Arte comenzó actividades en el 2014 en el barrio La Macarena, ocupando un local en las Torres del Parque, edificio patrimonial de Bogotá. Se planteó como objetivo representar, promover y exponer la obra de artistas nacionales, colombianos residentes en el exterior y artistas internacionales cuyo trabajo refleja procesos de investigación en problemáticas contemporáneas. La investigación en arte se refiere al emprendimiento de cualquier actividad sistemática cuyo objetivo es ampliar las fronteras de comprensión y conocimiento, tanto estéticas como en las ciencias sociales, las relaciones entre cultura y sociedad, historia desarrollo del mundo actual.
Considerando que el campo de la plástica es una herramienta potente para pensar, confrontar o reinterpretar las relaciones de un mundo globalizado, La Balsa Arte se ha enfocado mantener una conversación estrecha con artistas de varias generaciones.
En sus años de actividad, La Balsa Arte ha patrocinado la participación de sus artistas en ferias, intercambios culturales, residencias y apoyo logístico para producción.
La galería actualmente cuenta con dos sedes. En Medellín abrió sus puertas en el 2017, recuperando una casa de los años 30 del siglo XX, con una historia ligada a las artes en la ciudad, en Bogotá se trasladó a un local en el norte de la Ciudad, cercano a hoteles, restaurantes y centros financieros.
Si se revisa dentro de los cánones históricos occidentales, la obra de Diego Arango tiene una clara influencia en los movimientos de vanguardia del siglo XX como el surrealismo, la abstracción, el cubismo y el primitivismo. De este último, Arango destaca su sencillez, su trascendencia en el tiempo y su respeto por la forma. Es importante resaltar que estas vanguardias europeas se extendieron por América Latina, lo que no solo generó una transformación y apropiación de estos movimientos con una visión nacionalista, sino también una renovación y posicionamiento del arte latinoamericano a nivel global. Arango nació en Medellín y se formó como arquitecto en la Universidad Nacional. Hace más de 40 años se instaló en Palma de Mallorca, un territorio que ha teñido su obra, no sólo del colorido Mediterráneo, sino también de la vida sencilla, el mar, el sol y el espíritu libre y multicultural que allí se respira. A esto se suma su interés por los imaginarios míticos y arquetípicos que resultan de sus experiencias y su interés por lo primitivo. En sus pinturas, Arango aborda de manera decidida y comprometida su interés por las formas planas, el color, el espacio, pero también por lo rudimentario, el juego y el caos. Lejos de una lectura subjetiva, su obra apunta hacia la universalidad del lenguaje que resulta de las formas refinadas de representación de las cosas. Tema que potencia la capacidad expresiva, onírica y el poder del arte para invertir el orden de la realidad, sin que sus pinturas pretendan ser más que la representación de lo que son: alegres y antidogmáticas.
Si se revisa dentro de los cánones históricos occidentales, la obra de Diego Arango tiene una clara influencia en los movimientos de vanguardia del siglo XX como el surrealismo, la abstracción, el cubismo y el primitivismo. De este último, Arango destaca su sencillez, su trascendencia en el tiempo y su respeto por la forma. Es importante resaltar que estas vanguardias europeas se extendieron por América Latina, lo que no solo generó una transformación y apropiación de estos movimientos con una visión nacionalista, sino también una renovación y posicionamiento del arte latinoamericano a nivel global. Arango nació en Medellín y se formó como arquitecto en la Universidad Nacional. Hace más de 40 años se instaló en Palma de Mallorca, un territorio que ha teñido su obra, no sólo del colorido Mediterráneo, sino también de la vida sencilla, el mar, el sol y el espíritu libre y multicultural que allí se respira. A esto se suma su interés por los imaginarios míticos y arquetípicos que resultan de sus experiencias y su interés por lo primitivo. En sus pinturas, Arango aborda de manera decidida y comprometida su interés por las formas planas, el color, el espacio, pero también por lo rudimentario, el juego y el caos. Lejos de una lectura subjetiva, su obra apunta hacia la universalidad del lenguaje que resulta de las formas refinadas de representación de las cosas. Tema que potencia la capacidad expresiva, onírica y el poder del arte para invertir el orden de la realidad, sin que sus pinturas pretendan ser más que la representación de lo que son: alegres y antidogmáticas.
Si se revisa dentro de los cánones históricos occidentales, la obra de Diego Arango tiene una clara influencia en los movimientos de vanguardia del siglo XX como el surrealismo, la abstracción, el cubismo y el primitivismo. De este último, Arango destaca su sencillez, su trascendencia en el tiempo y su respeto por la forma. Es importante resaltar que estas vanguardias europeas se extendieron por América Latina, lo que no solo generó una transformación y apropiación de estos movimientos con una visión nacionalista, sino también una renovación y posicionamiento del arte latinoamericano a nivel global. Arango nació en Medellín y se formó como arquitecto en la Universidad Nacional. Hace más de 40 años se instaló en Palma de Mallorca, un territorio que ha teñido su obra, no sólo del colorido Mediterráneo, sino también de la vida sencilla, el mar, el sol y el espíritu libre y multicultural que allí se respira. A esto se suma su interés por los imaginarios míticos y arquetípicos que resultan de sus experiencias y su interés por lo primitivo. En sus pinturas, Arango aborda de manera decidida y comprometida su interés por las formas planas, el color, el espacio, pero también por lo rudimentario, el juego y el caos. Lejos de una lectura subjetiva, su obra apunta hacia la universalidad del lenguaje que resulta de las formas refinadas de representación de las cosas. Tema que potencia la capacidad expresiva, onírica y el poder del arte para invertir el orden de la realidad, sin que sus pinturas pretendan ser más que la representación de lo que son: alegres y antidogmáticas.
Si se revisa dentro de los cánones históricos occidentales, la obra de Diego Arango tiene una clara influencia en los movimientos de vanguardia del siglo XX como el surrealismo, la abstracción, el cubismo y el primitivismo. De este último, Arango destaca su sencillez, su trascendencia en el tiempo y su respeto por la forma. Es importante resaltar que estas vanguardias europeas se extendieron por América Latina, lo que no solo generó una transformación y apropiación de estos movimientos con una visión nacionalista, sino también una renovación y posicionamiento del arte latinoamericano a nivel global. Arango nació en Medellín y se formó como arquitecto en la Universidad Nacional. Hace más de 40 años se instaló en Palma de Mallorca, un territorio que ha teñido su obra, no sólo del colorido Mediterráneo, sino también de la vida sencilla, el mar, el sol y el espíritu libre y multicultural que allí se respira. A esto se suma su interés por los imaginarios míticos y arquetípicos que resultan de sus experiencias y su interés por lo primitivo. En sus pinturas, Arango aborda de manera decidida y comprometida su interés por las formas planas, el color, el espacio, pero también por lo rudimentario, el juego y el caos. Lejos de una lectura subjetiva, su obra apunta hacia la universalidad del lenguaje que resulta de las formas refinadas de representación de las cosas. Tema que potencia la capacidad expresiva, onírica y el poder del arte para invertir el orden de la realidad, sin que sus pinturas pretendan ser más que la representación de lo que son: alegres y antidogmáticas.
Si se revisa dentro de los cánones históricos occidentales, la obra de Diego Arango tiene una clara influencia en los movimientos de vanguardia del siglo XX como el surrealismo, la abstracción, el cubismo y el primitivismo. De este último, Arango destaca su sencillez, su trascendencia en el tiempo y su respeto por la forma. Es importante resaltar que estas vanguardias europeas se extendieron por América Latina, lo que no solo generó una transformación y apropiación de estos movimientos con una visión nacionalista, sino también una renovación y posicionamiento del arte latinoamericano a nivel global. Arango nació en Medellín y se formó como arquitecto en la Universidad Nacional. Hace más de 40 años se instaló en Palma de Mallorca, un territorio que ha teñido su obra, no sólo del colorido Mediterráneo, sino también de la vida sencilla, el mar, el sol y el espíritu libre y multicultural que allí se respira. A esto se suma su interés por los imaginarios míticos y arquetípicos que resultan de sus experiencias y su interés por lo primitivo. En sus pinturas, Arango aborda de manera decidida y comprometida su interés por las formas planas, el color, el espacio, pero también por lo rudimentario, el juego y el caos. Lejos de una lectura subjetiva, su obra apunta hacia la universalidad del lenguaje que resulta de las formas refinadas de representación de las cosas. Tema que potencia la capacidad expresiva, onírica y el poder del arte para invertir el orden de la realidad, sin que sus pinturas pretendan ser más que la representación de lo que son: alegres y antidogmáticas.
Si se revisa dentro de los cánones históricos occidentales, la obra de Diego Arango tiene una clara influencia en los movimientos de vanguardia del siglo XX como el surrealismo, la abstracción, el cubismo y el primitivismo. De este último, Arango destaca su sencillez, su trascendencia en el tiempo y su respeto por la forma. Es importante resaltar que estas vanguardias europeas se extendieron por América Latina, lo que no solo generó una transformación y apropiación de estos movimientos con una visión nacionalista, sino también una renovación y posicionamiento del arte latinoamericano a nivel global. Arango nació en Medellín y se formó como arquitecto en la Universidad Nacional. Hace más de 40 años se instaló en Palma de Mallorca, un territorio que ha teñido su obra, no sólo del colorido Mediterráneo, sino también de la vida sencilla, el mar, el sol y el espíritu libre y multicultural que allí se respira. A esto se suma su interés por los imaginarios míticos y arquetípicos que resultan de sus experiencias y su interés por lo primitivo. En sus pinturas, Arango aborda de manera decidida y comprometida su interés por las formas planas, el color, el espacio, pero también por lo rudimentario, el juego y el caos. Lejos de una lectura subjetiva, su obra apunta hacia la universalidad del lenguaje que resulta de las formas refinadas de representación de las cosas. Tema que potencia la capacidad expresiva, onírica y el poder del arte para invertir el orden de la realidad, sin que sus pinturas pretendan ser más que la representación de lo que son: alegres y antidogmáticas.
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Si se revisa dentro de los cánones históricos occidentales, la obra de Diego Arango tiene una clara influencia en los movimientos de vanguardia del siglo XX como el surrealismo, la abstracción, el cubismo y el primitivismo. De este último, Arango destaca su sencillez, su trascendencia en el tiempo y su respeto por la forma. Es importante resaltar que estas vanguardias europeas se extendieron por América Latina, lo que no solo generó una transformación y apropiación de estos movimientos con una visión nacionalista, sino también una renovación y posicionamiento del arte latinoamericano a nivel global. Arango nació en Medellín y se formó como arquitecto en la Universidad Nacional. Hace más de 40 años se instaló en Palma de Mallorca, un territorio que ha teñido su obra, no sólo del colorido Mediterráneo, sino también de la vida sencilla, el mar, el sol y el espíritu libre y multicultural que allí se respira. A esto se suma su interés por los imaginarios míticos y arquetípicos que resultan de sus experiencias y su interés por lo primitivo. En sus pinturas, Arango aborda de manera decidida y comprometida su interés por las formas planas, el color, el espacio, pero también por lo rudimentario, el juego y el caos. Lejos de una lectura subjetiva, su obra apunta hacia la universalidad del lenguaje que resulta de las formas refinadas de representación de las cosas. Tema que potencia la capacidad expresiva, onírica y el poder del arte para invertir el orden de la realidad, sin que sus pinturas pretendan ser más que la representación de lo que son: alegres y antidogmáticas.
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