La resignificación de los rituales Misak y su simbología asociada presente en el cuerpo de obra de Julieth Morales se enmarca en los encuentros y desencuentros con su cultura y en la pregunta por las representaciones del sujeto indígena, que en su caso está atravesada por asuntos de género. La Mojiganga es una danza ritual ejecutada exclusivamente por los hombres de su comunidad, en la que asumen diferentes personajes. Uno de ellos es La Señorita, arquetipo de la mujer mestiza que se distancia de lo que implica ser una buena mujer Misak y que al mismo tiempo funge de deidad que deambula entre el mundo de los vivos y los muertos. Esta condición de desencaje se empalma con los tránsitos de Morales entre dos mundos, así como en un despliegue técnico que reafirma su hibridez al presentar propuestas que oscilan entre el dibujo, el bordado, la instalación, la producción gráfica, como la que tendremos en exhibición para ARTBO Temporada.
“Infraestructuras de pensamiento”, Daniel Blanco y Mateo Soto, se tomará nuestra sala “En blanco”. El proyecto plantea una indagación sobre la publicación partiendo de un dispositivo recurrente en el espacio público y que se extiende más allá del paisaje citadino: la valla publicitaria. La intervención simulará la infraestructura de las vallas, que será activada con el registro de las vallas de la ciudad para dar cuenta de la transformación e intercambio de las ideas que soportan, las posibilidades del medio y el amplio espectro de acción presente en el ejercicio de la publicación.
Espacio El Dorado es una galería de arte contemporáneo y laboratorio curatorial fundado en el 2015 en el barrio La Macarena en Bogotá, Colombia. Su objetivo es impulsar el pensamiento crítico a partir de la construcción de proyectos artísticos y su circulación. Su programa está enfocado en artistas que revelan una actitud crítica a través de la que buscan entender su entorno y que se traduce en pruebas elocuentes de una actividad artística e intelectual intensa y genuina. Tal actitud adopta la forma de un espíritu indagador que se niega a dar soluciones para dejar al espectador perturbado y estimulado, adopta una sutil pero radical y decidida posición política sobre la práctica y el rol del artista como sujeto social. El nombre de la galería proviene de la leyenda de El Dorado y toma el imaginario de este lugar mítico de riquezas abundantes que se construye con base a los deseos y expectativas que resultaron del desembarco europeo en el territorio americano. Nos desmarcamos de la imagen de postal paradisíaca con la que se ha representado América Latina para dar cuenta de las complejidades históricas y políticas que han estructurado nuestros procesos sociales y de construcción nacional, proponiendo una relectura crítica que reivindique lo propio y cuestione las políticas extractivistas extranjeras.
Julieth Morales se define como una artista Misak de nacimiento y mestiza por contexto. Su obra desafía las representaciones del sujeto indígena que desde finales del siglo XIX han construido la imagen de nación colombiana. Morales no se conforma con lo propuesto por el indigenismo que buscaba “volver a las raíces” para encontrar un pasado común, ni con los retratos etnográficos que mostraban al sujeto indígena congelado en el tiempo. Se aleja de la exotización con la que se tratan algunos artistas contemporáneos donde la ingenuidad y la “cosmovisión diferente” se vuelven motivos suficientes para consagrar una obra. Al ser parte del pueblo Misak, que desde finales del siglo XX lidera luchas políticas para participar activamente en la construcción nacional, Morales hace parte de una generación de indígenas profesionales que transitan entre lo urbano y lo rural y que por decisión propia están resignifcando el pasado para oponerse al sistema económico actual que se caracteriza por sus prácticas extractivistas e individualistas que no son sustentables. Su análisis partió desde lo individual, su propio cuerpo fue el soporte de sus primeras acciones. Actualmente realiza acciones colectivas con miembros de su comunidad y de otras, alejándose de la idea moderna del artista como genio y entendiéndose como plataforma que se construye a partir de su relación con los otros. En sus obras realiza un proceso de autoconocimiento por medio del performance, vídeo, fotografía, pintura y dibujo.
Julieth Morales se define como una artista Misak de nacimiento y mestiza por contexto. Su obra desafía las representaciones del sujeto indígena que desde finales del siglo XIX han construido la imagen de nación colombiana. Morales no se conforma con lo propuesto por el indigenismo que buscaba “volver a las raíces” para encontrar un pasado común, ni con los retratos etnográficos que mostraban al sujeto indígena congelado en el tiempo. Se aleja de la exotización con la que se tratan algunos artistas contemporáneos donde la ingenuidad y la “cosmovisión diferente” se vuelven motivos suficientes para consagrar una obra. Al ser parte del pueblo Misak, que desde finales del siglo XX lidera luchas políticas para participar activamente en la construcción nacional, Morales hace parte de una generación de indígenas profesionales que transitan entre lo urbano y lo rural y que por decisión propia están resignifcando el pasado para oponerse al sistema económico actual que se caracteriza por sus prácticas extractivistas e individualistas que no son sustentables. Su análisis partió desde lo individual, su propio cuerpo fue el soporte de sus primeras acciones. Actualmente realiza acciones colectivas con miembros de su comunidad y de otras, alejándose de la idea moderna del artista como genio y entendiéndose como plataforma que se construye a partir de su relación con los otros. En sus obras realiza un proceso de autoconocimiento por medio del performance, vídeo, fotografía, pintura y dibujo.
Julieth Morales se define como una artista Misak de nacimiento y mestiza por contexto. Su obra desafía las representaciones del sujeto indígena que desde finales del siglo XIX han construido la imagen de nación colombiana. Morales no se conforma con lo propuesto por el indigenismo que buscaba “volver a las raíces” para encontrar un pasado común, ni con los retratos etnográficos que mostraban al sujeto indígena congelado en el tiempo. Se aleja de la exotización con la que se tratan algunos artistas contemporáneos donde la ingenuidad y la “cosmovisión diferente” se vuelven motivos suficientes para consagrar una obra. Al ser parte del pueblo Misak, que desde finales del siglo XX lidera luchas políticas para participar activamente en la construcción nacional, Morales hace parte de una generación de indígenas profesionales que transitan entre lo urbano y lo rural y que por decisión propia están resignifcando el pasado para oponerse al sistema económico actual que se caracteriza por sus prácticas extractivistas e individualistas que no son sustentables. Su análisis partió desde lo individual, su propio cuerpo fue el soporte de sus primeras acciones. Actualmente realiza acciones colectivas con miembros de su comunidad y de otras, alejándose de la idea moderna del artista como genio y entendiéndose como plataforma que se construye a partir de su relación con los otros. En sus obras realiza un proceso de autoconocimiento por medio del performance, vídeo, fotografía, pintura y dibujo.
Jardinero emergente. Trabaja desde el aprendizaje y el cultivo en suelos inestables. La horticultura no depende de disciplinas. Es una práctica colaborativa y transdisiplinar, por eso sitúa un interes por lo disperso: las semillas. Reconoce lo violento de las intervenciones y la temporalidad como condiciones para cultivar. Confía en las cosechas que aún no inician y procura los cobertizos momentáneos: construcciones imaginadas y de sitio especifico, acciones de ensamblaje, encuentros para hablar y dibujos de texturas.
Jardinero emergente. Trabaja desde el aprendizaje y el cultivo en suelos inestables. La horticultura no depende de disciplinas. Es una práctica colaborativa y transdisiplinar, por eso sitúa un interes por lo disperso: las semillas. Reconoce lo violento de las intervenciones y la temporalidad como condiciones para cultivar. Confía en las cosechas que aún no inician y procura los cobertizos momentáneos: construcciones imaginadas y de sitio especifico, acciones de ensamblaje, encuentros para hablar y dibujos de texturas.
Jardinero emergente. Trabaja desde el aprendizaje y el cultivo en suelos inestables. La horticultura no depende de disciplinas. Es una práctica colaborativa y transdisiplinar, por eso sitúa un interes por lo disperso: las semillas. Reconoce lo violento de las intervenciones y la temporalidad como condiciones para cultivar. Confía en las cosechas que aún no inician y procura los cobertizos momentáneos: construcciones imaginadas y de sitio especifico, acciones de ensamblaje, encuentros para hablar y dibujos de texturas.
“Me interesa enunciarme como arquitecto y no como artista, no por cuestiones disciplinares o limitantes, sino porque esto me permite expandir el ejercicio arquitectónico más allá del hecho construido o la teoría academicista”. Cuestiona e investiga el mundo que lo rodea a partir de las imágenes, y para esto dibuja y escribe, tanto con palabras como con formas, asumiéndolas como actividades que rememoran su presencia física y la relación del cuerpo con el espacio. Aquello que investiga le interesa publicarlo, más que con un fin comunicativo, como una construcción conjunta. El ejercicio de la publicación le permite ahondar en aquello que es público y que da pistas sobre cómo el espacio que nos rodea se crea a partir de las relaciones que generamos en él.
“Me interesa enunciarme como arquitecto y no como artista, no por cuestiones disciplinares o limitantes, sino porque esto me permite expandir el ejercicio arquitectónico más allá del hecho construido o la teoría academicista”. Cuestiona e investiga el mundo que lo rodea a partir de las imágenes, y para esto dibuja y escribe, tanto con palabras como con formas, asumiéndolas como actividades que rememoran su presencia física y la relación del cuerpo con el espacio. Aquello que investiga le interesa publicarlo, más que con un fin comunicativo, como una construcción conjunta. El ejercicio de la publicación le permite ahondar en aquello que es público y que da pistas sobre cómo el espacio que nos rodea se crea a partir de las relaciones que generamos en él.
“Me interesa enunciarme como arquitecto y no como artista, no por cuestiones disciplinares o limitantes, sino porque esto me permite expandir el ejercicio arquitectónico más allá del hecho construido o la teoría academicista”. Cuestiona e investiga el mundo que lo rodea a partir de las imágenes, y para esto dibuja y escribe, tanto con palabras como con formas, asumiéndolas como actividades que rememoran su presencia física y la relación del cuerpo con el espacio. Aquello que investiga le interesa publicarlo, más que con un fin comunicativo, como una construcción conjunta. El ejercicio de la publicación le permite ahondar en aquello que es público y que da pistas sobre cómo el espacio que nos rodea se crea a partir de las relaciones que generamos en él.