Alejandro Valencia

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El hombre es como las plantas
Instalación, 2021

Existe una idea de que es necesario examinar el pasado para avanzar hacia el futuro. Esta idea se basa en que los acontecimientos de un tiempo pasado nos son útiles en el sentido de que nos permiten ver las virtudes y las fallas de los hechos cometidos, y así poder cultivar esas virtudes y no repetir aquellas fallas. 

Lo mismo sucede con la noción de la historia y la memoria: tomamos la historia como un conjunto de hechos medianamente factibles que nos permiten el estudio medido del pasado, y la memoria como una amalgama de relatos y recolecciones a veces inconcretas e infieles de lo sucedido. Sin embargo, se ha comprobado que la historia no es algo concreto, sino algo que requiere una constante revisión para no caer precisamente en las fallas del pasado. 

La memoria, al contrario, es algo que nos ha permitido construir desde las colectividades. No existe memoria sino memorias, y estas se entrelazan y se cruzan en un entramado que se extiende entre territorios, culturas e identidades. Estas se crean a partir de los relatos de varios individuos, como si fuese un bosque cuyos árboles se interconectan entre las raíces y las ramas de las copas. Es por eso que la memoria ━o las memorias━ son indelebles de la construcción de identidades; cada individuo un árbol y cada bosque una sociedad. 

Es posible decir que nuestra sociedad se encuentra en un momento que requiere pensarnos más allá de nuestro pasado. Esto no implica un elogio al olvido, sino pensarnos más allá de la historia violenta que por tanto tiempo permeó nuestra noción de identidad colectiva. Es necesario imaginar futuros posibles para no recaer en pasados habituales. 

El Hombre es como las Plantas es una obra que indaga sobre estas nociones posibles de nuestra identidad colectiva. La obra se sitúa en un punto entre el pasado y el presente, haciendo referencia a nuestra relación histórica con la tierra. La instalación alude a un lugar de la memoria, entre lo arqueológico, lo trágico y lo esperanzador. La obra invita a recorrer un espacio que recuerda y conmemora a los defensores de los territorios como parte fundamental de nuestro imaginario colectivo.  

Las plantas de cerámica crecen junto a plantas reales de una fosa o excavación en tierra como si estas renacieran después de haber sido enterradas. La obra busca situar la importancia de la tierra como un aspecto fundamental de nuestra identidad y memoria colectiva, y así pensarnos desde otros puntos de vista mas allá del pasado. 

, Colombia

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