Julieth Morales y José Ismael Manco son artistas colombianos que han desarrollado su proceso a partir de la indagación sobre la identidad, la recuperación de la memoria y la relación con el territorio. En ese marco, han destacado temas que abarcan el extractivismo, la tenencia de la tierra, las ideas de riqueza y de recursos inagotables, la imposibilidad de abarcar el territorio y el proyecto fallido de construcción de nación.
Esta propuesta es una revisión crítica sobre la representación, conceptualización y narración que nos identifica hasta el día de hoy como sociedad, adoptando una sutil pero radical y decidida posición política sobre la práctica y el rol del artista como sujeto social.
Espacio El Dorado es una galería comercial de arte contemporáneo y laboratorio para la investigación. El nombre de la galería proviene de la leyenda de El Dorado y presta el imaginario de este lugar mítico de riquezas abundantes. Una utopía que resulta ficticia a causa de su propia imposibilidad. Espacio El Dorado busca materializar imaginarios artísticos cuya ambición se asemeje, en cierta manera, a la concepción de la mítica ciudad de oro. Los orígenes coloniales de la leyenda aluden al diálogo constante de Espacio el Dorado con su contexto colombiano. De este modo la galería tiene como propósito la puesta en escena de estas ideas ambiciosas, aparentemente imposibles, que pueden cambiar profundamente la identidad del artista, del espacio, de la escena del arte y la responsabilidad del ciudadano.
La galería considera a los artistas como sujeto social, críticos con el entorno. En ella están representadas tres generaciones de artistas, la primera de ellas trabaja desde los años 90, la segunda entre los 60 y los 70 y la última desde el 2000. Las muestras son obras desarrolladas in situ y son el resultado de un diálogo interdisciplinario. Acompañadas de contenidos y textos incitan a cuestionamientos abiertos al error y a la experimentación
Estudia artes plásticas en la Universidad del Cauca. Sus procesos devienen de su experiencia de la intersección del género y la etnicidad, como mujer indígena Misak. Morales indaga nociones de identidad, y realiza un proceso de autoconocimiento por medio del performance, vídeo, fotografía, pintura y dibujo. La artista reformula ritos tradicionales de su comunidad de manera crítica, con el cuerpo como medio denunciante. La obra de Morales representa la exploración de una existencia híbrida, de su identidad como mujer Misak en un contexto de occidentalización. Como artista, Morales busca la reclamación de su propia existencia como mujer indígena que desafía, o, mejor, replantea la tradición.
Estudia artes plásticas en la Universidad del Cauca. Sus procesos devienen de su experiencia de la intersección del género y la etnicidad, como mujer indígena Misak. Morales indaga nociones de identidad, y realiza un proceso de autoconocimiento por medio del performance, vídeo, fotografía, pintura y dibujo. La artista reformula ritos tradicionales de su comunidad de manera crítica, con el cuerpo como medio denunciante. La obra de Morales representa la exploración de una existencia híbrida, de su identidad como mujer Misak en un contexto de occidentalización. Como artista, Morales busca la reclamación de su propia existencia como mujer indígena que desafía, o, mejor, replantea la tradición.
Estudia artes plásticas en la Universidad del Cauca. Sus procesos devienen de su experiencia de la intersección del género y la etnicidad, como mujer indígena Misak. Morales indaga nociones de identidad, y realiza un proceso de autoconocimiento por medio del performance, vídeo, fotografía, pintura y dibujo. La artista reformula ritos tradicionales de su comunidad de manera crítica, con el cuerpo como medio denunciante. La obra de Morales representa la exploración de una existencia híbrida, de su identidad como mujer Misak en un contexto de occidentalización. Como artista, Morales busca la reclamación de su propia existencia como mujer indígena que desafía, o, mejor, replantea la tradición.
El proceso de su práctica artística propone la agricultura como obra de arte, a partir de la exploración de posibilidades y relaciones estéticas dentro de un desarrollo productivo de una labranza, entendida como el Conuco, la Chagra, el Pedazo, el lugar de la siembra y lo que se siembra. Es el qué y es el cómo, es un espacio vital, un tejido de elementos, pensamientos, singularidades, prácticas, lenguajes, materiales y seres que se interrelacionan para vivir. Como un acto de creación inmanente, una obra de arte presente, una performatividad que une y afecta a quienes lo habitan. Desde su lugar de vida como campesino, agricultor boyacense y cuidador de semillas nativas, ha venido planteando reflexiones en torno a la práctica tradicional de la agricultura y a resaltar sus diferencias frente al cultivo industrial. También propone una mirada reflexiva frente a la conciencia de lo que comemos, el poder implícito en sembrar nuestra propia comida y la importancia de estas semillas.
El proceso de su práctica artística propone la agricultura como obra de arte, a partir de la exploración de posibilidades y relaciones estéticas dentro de un desarrollo productivo de una labranza, entendida como el Conuco, la Chagra, el Pedazo, el lugar de la siembra y lo que se siembra. Es el qué y es el cómo, es un espacio vital, un tejido de elementos, pensamientos, singularidades, prácticas, lenguajes, materiales y seres que se interrelacionan para vivir. Como un acto de creación inmanente, una obra de arte presente, una performatividad que une y afecta a quienes lo habitan. Desde su lugar de vida como campesino, agricultor boyacense y cuidador de semillas nativas, ha venido planteando reflexiones en torno a la práctica tradicional de la agricultura y a resaltar sus diferencias frente al cultivo industrial. También propone una mirada reflexiva frente a la conciencia de lo que comemos, el poder implícito en sembrar nuestra propia comida y la importancia de estas semillas.
El proceso de su práctica artística propone la agricultura como obra de arte, a partir de la exploración de posibilidades y relaciones estéticas dentro de un desarrollo productivo de una labranza, entendida como el Conuco, la Chagra, el Pedazo, el lugar de la siembra y lo que se siembra. Es el qué y es el cómo, es un espacio vital, un tejido de elementos, pensamientos, singularidades, prácticas, lenguajes, materiales y seres que se interrelacionan para vivir. Como un acto de creación inmanente, una obra de arte presente, una performatividad que une y afecta a quienes lo habitan. Desde su lugar de vida como campesino, agricultor boyacense y cuidador de semillas nativas, ha venido planteando reflexiones en torno a la práctica tradicional de la agricultura y a resaltar sus diferencias frente al cultivo industrial. También propone una mirada reflexiva frente a la conciencia de lo que comemos, el poder implícito en sembrar nuestra propia comida y la importancia de estas semillas.